TOKIO. – Japón arrastra un grave problema desde hace décadas, pero a partir de la pandemia de coronavirus, la situación emperó: su población envejece y la juventud parece tener cada vez menos interés en formar familias… Bueno, esto es mal malo, que cada vez tardan más en dar su primer beso y prefieren tener sexo consigo mismos que con una pareja.
Es un asunto preocupante y que Jaspón no parece saber abordar. Aunque se están planteando medidas para evitar que la situación empeore, como ha sucedido en Corea del Sur o Taiwán, la natalidad se ha desplomado a mínimos históricos y no parece que vaya a repuntar a corto plazo.
Hay varios factores que intervienen y que han generado esta situación, y uno de ellos podría ser que los jóvenes están experimentando un alejamiento de la actividad sexual física real. Vamos, que están tardando en dar su primer beso.
Durante la pandemia global del covid-19, cada país buscó la mejor manera de limitar el contacto y prevenir la propagación de la enfermedad. En Japón, por ejemplo, se puede traducir como la regla de las “tres C”. Se refiere a tres situaciones que el gobierno alentó a evitar para mitigar la propagación del coronavirus y esas “tres C” son:
Espacios confinados.
Lugares concurridos.
Entornos de contacto cercano.
Está claro que esa política ha marcado a muchas personas, incluidos los miles de jóvenes que fueron entrevistados en 2023 y a los que se preguntó algo muy concreto: si habían dado un primer beso. Como podemos leer en The Guardian, la Asociación Japonesa para la Educación Sexual preguntó a 12 mil 500 estudiantes de entre 15 y 18 años para conocer sus hábitos de contacto y los datos fueron demoledores.
El 27.5% de ellas había experimentado su primer beso. Ellos lo habían hecho en un 22.8%. Son, respectivamente, 13.6 y 11.1 puntos porcentuales menos que en la encuesta de 2017, y ya eran datos preocupantes tras un máximo obtenido en 2005 cuando prácticamente la mitad de ellas y ellos habían dado su primer beso.
Si nos metemos en las relaciones sexuales, el 12% de los estudiantes indicaron que habían mantenido relaciones. El porcentaje en el caso de ellas era del 14.8% y volvía a ser menor que en la encuesta anterior: 3.5 y 5.3 puntos porcentuales menos respectivamente.
No hay contacto entre los jóvenes, pero la cosa cambia cuando se miran los datos de masturbación, con una tasa que aumenta en ambos sexos. Yusuke Hayashi es profesor de sociología en la Universidad de Musashi y comenta que “la combinación de cierre de escuelas y las restricciones de contacto cara a cara llegó en un momento delicado, cuando los estudiantes de secundaria y bachillerato empiezan a interesarse por su sexualidad”.
Sobre la masturbación, Hayashi opina que “puede deberse a una mayor exposición a imágenes sexuales en el manga y otros medios y no ser tanto un sustituto del comportamiento sexual interpersonal”.
Sin embargo, quien no quita hierro al asunto es Tamaki Kawasaki, quien se dedica a dar conferencias sobre sociología y piensa que los jóvenes japoneses se están desvinculando del sexo tras la pandemia. Esto es algo que, según Kawasaki, “demuestra que la tendencia es que las personas se alejan de la actividad sexual física real, incluso en un momento en el que es natural que sean sexualmente activos”.
Continúa comentando que “hay una tendencia a quedarse en casa y ver contenido sexual en solitario”, lo que lleva a un problema mayor en su opinión, ya que “si los adolescentes, que representan el futuro del país, continúan así, es difícil ver alguna mejora en la disminución de la tasa de natalidad”. Es cierto que es un escenario catastrofista el que pinta Kawasaki, pero también que las cosas no están para tomárselas a broma con el tema de la natalidad japonesa y un relevo generacional cada vez más complicado. Y que, aunque sean adolescentes y puedan tener esas primeras relaciones pasados los 18 años de los encuestados, los datos actuales no son esperanzadores.